Se podría asumir que nativos hablantes de español pueden comunicarse entre sí sin dificultad alguna. Sin embargo, podemos mencionar algunas diferencias en términos de vocabulario. Hablar de la "gua-gua" en Cuba es hablar del "bus" para los Costarricenses, y en México el "camión" para los Jalisciences y el "pecero" para los Mexiquenses.
No todas las diferencias de vocabulario son tan triviales como las anteriores, podemos caer en situaciones verdaderamente vergonzosas y complicadas.
Afortunadamente, estas diferencias lingüísticas pueden ser fácilmente resueltas, puesto que son más visibles y tangibles. Pero ¿qué hay de aquellas que difícilmente podemos identificar o clasificar como diferencias culturales? De los valores culturales, tales como el silencio usado en las culturas orientales para expresar verdad al interpretar distorsión e imprecisión en las palabras habladas dentro de su cultura. En tanto que para nosotros, como cultura occidental, el silencio es comúnmente percibido como ausencia de comunicación, desinterés y hasta de un acto antisocial.
Otro aspecto que podemos mencionar es la proxémica esperada en una conversación formal, informal, casual o familiar entre la persona de la otra cultura. Nosotros como Latinoamericanos tendemos a guardar una distancia muy pequeña cuando conversamos mientras que los europeos o norteamericanos, por mencionar algunos, se sienten invadidos de su espacio con una distancia tan reducida y prefieren guardar un espacio mayor. Dentro de la proxémica, encontramos también que somos un país muy afectivo o que por lo menos expresamos afecto con alguna palmada en la espalda, un abrazo, un beso opuesto a otras culturas consideradas frías para expresar sus emociones.
Al experimentar una comunicación intercultural es esperado que suframos un choque cultural.
"Tomalo con tinta"
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